Cartagena, reconocida como la joya turística de Colombia, enfrenta una crisis multifacética que pone en entredicho su imagen internacional. Las estadísticas de homicidios muestran una realidad preocupante, mientras que problemas económicos y de seguridad desafían la posición destacada de la ciudad como destino turístico.
Durante el año pasado, al menos un homicidio se registró cada día en Cartagena, según datos de la Policía Nacional. Con 395 homicidios reportados en 2023, la ciudad se enfrenta a una situación crítica, especialmente con 235 casos relacionados con sicarios. Estas cifras representan un aumento del 33 por ciento en comparación con 2022, según el Instituto de Medicina Legal.
La percepción de la seguridad también se ha visto afectada, como revela la encuesta «Cartagena Cómo Vamos». Un 52 por ciento de los encuestados en 2023 expresó sentirse inseguro en la ciudad, un aumento del 4 por ciento con respecto al año anterior. Los atracos callejeros encabezan la lista de preocupaciones, seguidos por la presencia de pandillas, la drogadicción, asaltos a tiendas y homicidios.
Además de los desafíos en seguridad, la ciudad enfrenta problemas económicos. El informe destaca que no hubo mejoras en la situación económica de los hogares cartageneros. La encuesta señala que el costo de la alimentación, los servicios públicos y la falta de oportunidades contribuyen a una percepción general de desmejora económica.
El turismo, vital para la economía local, también se ve afectado por problemas como el turismo sexual y la explotación de menores. La ciudad ha sido centro de actividades ilegales vinculadas a estos problemas, lo que llevó a la implementación del Plan Titán 24 por parte del nuevo alcalde Dumek Turbay Paz. Este plan busca combatir el turismo sexual y la trata de personas, especialmente enfocado en la protección de niños y adolescentes.
Sin embargo, las medidas para frenar estas prácticas ilegales han generado polémica, especialmente en lo que respecta a la suspensión del ejercicio de la prostitución en áreas específicas del Centro Histórico. La ciudad se enfrenta también a la extorsión, que afecta a comercios, transporte y prestadores de servicios turísticos.
Para enfrentar estos desafíos, expertos sugieren un plan de choque con la participación de gremios, la Policía y la Alcaldía. A corto plazo, se propone regular la actividad de la rumba en zonas turísticas para combatir delitos como la trata de personas. A mediano plazo, se plantea diversificar la oferta turística, alejándose del estigma del turismo sexual y explorando alternativas ecológicas, académicas y culturales. A largo plazo, se aboga por establecer zonas de tolerancia con reglas claras y controles efectivos. En conjunto, estas medidas buscan restaurar la seguridad y la reputación turística de Cartagena, garantizando un futuro más próspero y sostenible para la ciudad.