En un escenario apocalíptico, Chile se encuentra en medio de una pesadilla de fuego y destrucción, luchando contra incendios forestales que han cobrado la vida de al menos 112 personas y dejado a un centenar desaparecidas. En la región de Valparaíso, ciudades como Viña del Mar se han convertido en zonas de desolación, con sobrevivientes sin hogar entre escombros y autos carbonizados.
El domingo, el Ministerio del Interior elevó el sombrío balance a 112 muertos, mientras que el Servicio Médico identificó 32 cuerpos. Las autoridades locales, abrumadas por la magnitud de la tragedia, han solicitado una rápida investigación de los fallecidos, con 190 personas aún desaparecidas solo en Viña del Mar.
El caos reinante ha llevado a la implementación de un nuevo toque de queda en cuatro comunas de Valparaíso, con el objetivo de facilitar las labores de rescate y ayuda a las víctimas. En las calles, colinas residenciales han sido reducidas a cenizas, y largas filas de autos carbonizados testimonian la desesperada huida de aquellos atrapados en el fuego.
La alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, describió la situación como «la tragedia más grande que hemos tenido desde el terremoto de 2010». La rapidez con que el fuego se propagó sorprendió a los residentes, dejándolos sin tiempo para reaccionar. La jubilada Lilián Rojas relató cómo el tiempo pareció detenerse mientras su casa y las de sus vecinos eran consumidas sin piedad.
Aunque las condiciones climáticas han mejorado levemente, con nubosidad y humedad, más de 30 incendios siguen activos, y nuevas evacuaciones se han ordenado en áreas vulnerables. En la región de Valparaíso, se despliegan brigadas de bomberos, 1.300 soldados y voluntarios civiles para combatir las llamas y brindar apoyo a los afectados.
El papa Francisco pidió oraciones por los afectados, mientras que la Unión Europea ofreció su apoyo a Chile. La catástrofe, vinculada a condiciones climáticas extremas, sequía y, en gran medida, negligencia humana, destaca la urgencia de abordar las emergencias climáticas en un mundo cada vez más afectado por fenómenos extremos