El camino de la vida está lleno de ilusiones rotas y la esperanza de una alegría después del sufrimiento. Tobías Duarte tiene 96 años y es hincha del Atlético Bucaramanga desde el nacimiento del equipo hace 75 años. En todo ese tiempo, nunca ha podido gritar: “¡Campeones!”.
La Historia
Bucaramanga es el único de los equipos tradicionales del fútbol colombiano que no ha ganado una estrella. Tobías, sin embargo, es un ejemplo vivo de tener fe en un amor que ha dado más tristezas que triunfos. La tribuna oriental del estadio Alfonso López ha visto las esperanzas de la familia Duarte extinguirse en los goles fallados en los partidos decisivos, en las anotaciones recibidas para las eliminaciones y los ídolos que, década tras década, se uniformaron de amarillo –como el leopardo de su escudo– y trajeron alegrías efímeras e incompletas.
Pero hoy, como antes, como siempre, Tobías va al estadio, con su hijo Nilson, de 41 años, y su nieto Juan, de 11, con la fe de siempre, creyendo que ahora sí, con Rafael Dudamel de técnico, y Aldair Quintana, Fredy Hinestroza, Fabián Sambueza y compañía, van a ser, por fin, campeones. En abril pasado, ese sueño de la primera vuelta olímpica apareció de nuevo: desde la implementación de los torneos cortos en la Liga, Bucaramanga nunca había terminado de primero en la fase de ‘todos contra todos’.
Hoy, luego de cinco fechas en las que el equipo tiene cinco puntos, sigue gozando del amor de una hinchada que sueña con un milagro que los meta a la final. Ganarle a Pereira y que Millonarios le gane a Junior.
“Mi papá pagaba a tres y cinco pesos la boleta. Toda la vida ha vivido en el barrio San Alonso, cerca al ‘Coloso de la 30’ (el estadio Alfonso López)”, cuenta Nilson.
La Última Clasificación a una Final
La mente de Tobías tiene memorias borrosas de grandes referentes del club. “Conocí a todos los argentinos cuando llegaron al Bucaramanga, incluso jugaba billar con uno de ellos”, dice mientras intenta recordar los nombres de Roberto Frascuelli, o el más grande ídolo del club, José Américo la ‘Bordadora’ Montanini. Además, llegan a él recuerdos de otro grande como Germán, ‘Cuca’ Aceros, o del goleador Orlando Ballesteros.
“El gol que más recuerdo es el de Ballesteros en Armenia, eso volvió loca a la ciudad entera”, agrega Nilson, mientras su papá intenta seguir nombrando jugadores. En 1997, Bucaramanga se jugaba el pase a la final del torneo local y su clasificación a la Copa Libertadores de visitante con el Quindío. Con un agónico gol del ‘Fantasma’ Ballesteros se empató el juego que clasificó al Bucaramanga, que luego perdió con América el título.
Tobías y Nilson, como todo el pueblo Búcaro, no solo no han ganado una estrella, sino que han tenido que sufrir el descenso a la B del equipo, como ocurrió en 1994 y en 2008.
Esta temporada se necesita un milagro como aquel del 97’ para que el Alfonso López acoja una final y el sueño del título. Bucaramanga debe ganarle al Pereira y Millonarios hacer lo mismo con Junior. De darse estos resultados, quedarían los cuatro equipos con ocho puntos y el clasificado sería Bucaramanga por la ventaja deportiva.
“El sueño de nosotros como hinchas y el premio en vida, como bien dice mi papá, es ver al Leopardo campeón. Nosotros esperamos que, ese día que esperamos sea ahora, en el minuto 91 de la final de esta Liga, haya un abrazo enorme y lágrimas entre mi papá, su nieto y yo, mientras estamos arrodillados en el ‘coloso’: ¡Es el grito soñado!”, dijo Nilson. Es una ciudad completa la que sueña con ese mismo abrazo en un estadio lleno de camisetas amarillas, y en esa alegría infinita, y con 75 años represada, se de conseguir lo que por años ha sido un asunto de todos los demás equipos.
Miles de santandereanos se han ido sin ver a su Bucaramanga campeón, pero hoy todos ellos están presentes en los hinchas que miran al cielo y piden: ‘Yo quiero ser campeón’.