El Hospital de la Colpet, inaugurado en 1951, fue un hito en la atención médica de la región. Con una capacidad de 80 camas y equipado con tecnología avanzada para su tiempo, incluyendo la mesa Albee para fracturas —un equipo tan especializado que solo se encontraba en el Hospital Militar y el San José de Bogotá—, el hospital destacaba por su compromiso con la salud de más de 2,000 trabajadores y colonos de la zona.

Este moderno centro médico contaba con una sala de operaciones quirúrgicas, instalaciones de maternidad, consultorios especializados para enfermedades sensoriales, y un equipo compuesto por quince médicos (incluyendo un ginecólogo y un cirujano), cinco enfermeras, dos dentistas, y tres bacteriólogos. Además, el hospital tenía servicios de lavandería, camarería, aseo, y una cocina especializada para garantizar el bienestar de los pacientes.

Don Oliverio Lara Borrero, Presidente de la SAC, destacó la excelencia del hospital al afirmar: «La Colpet ha montado uno de los mejores hospitales con que cuenta el país, no por su tamaño, que lógicamente es adecuado a las necesidades de sus trabajadores y colonos, sino por los medios de que ha sido dotado y por la calidad y esmero de los servicios que presta».

El Legado del Doctor «Mico» Duarte

Uno de los médicos más destacados fue el doctor Carlos Duarte Rangel, cariñosamente conocido como el «Mico» Duarte. Este científico de la medicina recibió reconocimiento nacional e internacional por sus investigaciones sobre el mal de Chagas. Su trabajo atrajo la atención de profesores de la Escuela de Salud de Harvard, quienes lo visitaron para conocer sus aportes médicos.

El doctor Duarte era conocido por su trato cercano y sus peculiares métodos. Solía pedir a los colonos que le trajeran el Pito o Chipo, insecto transmisor del mal de Chagas, para estudiarlos en el laboratorio del hospital. Su colección de insectos disecados era impresionante.

Duarte también era un amante de las novelas de vaqueros, especialmente las de Marcial Lafuente Estefanía, que intercambiaba con otros lectores. Era conocido por su sentido del humor; cuando un paciente se quejaba de un dolor diciendo «Doctor, es que me duele aquí, cuando me hago así», él respondía: «Pues no se haga así».

El doctor Duarte implementó una medida infalible para evitar que los trabajadores usaran la sala de espera para recuperarse de la resaca: les administraba una dolorosa inyección de agua destilada. Esta estrategia fue tan efectiva que los trabajadores evitaron regresar al hospital en esas condiciones.

El Hospital de la Colpet no solo fue un baluarte de la medicina en su tiempo, sino también un símbolo de la dedicación y el cuidado hacia los colonos de la región. Su historia es un testimonio del impacto duradero que una atención médica de calidad puede tener en una comunidad.

Fuente: Anecdotario histórico de Tibú y otras cositas.